BBC
8 abril 2016
El efecto "crunch": escuchar lo que masticas puede influir en la
cantidad que comes
Tal vez pueda parecerte extraño, pero si prestas atención a
los sonidos que produces al masticar, probablemente comas menos.
Y
si esta teoría no te termina de convencer, piensa en la situación contraria.
¿Te
pasó alguna vez ir al cine y acabarte la bolsa de palomitas de maíz sin apenas
darte cuenta? Eso se debe también a que tu cerebro estaba
"distraído".
Pero
si hubieras prestado atención al crujido de esas palomitas mientras las
masticabas, te habría llevado mucho más tiempo terminarte la bolsa o puede que
ni siquiera lo hubieras hecho.
Lo
mismo sucede cuando comes mientras miras la televisión o si compartes una cena
con amigos y la conversación es animada.
Desde
el punto de vista científico —aunque no tanto desde el social— lo mejor es que
comas con las menores distracciones posibles, haciendo mucho ruido al masticar
y escuchando ese sonido.
El Sentido olvidado
Un
equipo de investigadores de
"Suele
describirse como el sentido olvidado de la alimentación, pero si la gente
reparara más en el sonido de los alimentos, podrían reducir su consumo",
explica Ryan Elder, de
Efectivamente,
solemos tener en cuenta cómo se ve, huele o sabe la comida, pero no tanto cómo
"suena".
Gina
Mohr, de
Esos
"sonidos alimentarios" son los que producimos al masticar, mascar y
triturar la comida que ingerimos.
El
problema, según Elder y sus colegas, se produce
cuando otros sonidos "enmascaran" esos ruidos, que nos ayudan a ser
más conscientes de lo que comemos.
Para
averiguar el alcance de este fenómeno, los científicos llevaron a cabo tres
experimentos, analizando la "prominencia del sonido en la
alimentación", tal y como se conoce a este efecto.
Y
descubrieron que, incluso el simple hecho de sugerir a la persona que piense en
sonidos alimentarios puede hacer que coma menos.
Cuanto más alto, mejor
Uno
de los experimentos mostró que la gente come menos cuando el sonido de la
comida es más intenso.
Para
probarlo, colocaron unos auriculares a los voluntarios para controlar el
volumen en el que escuchaban sus ruidos al masticar algunos pretzels.
"Descubrimos
que cuanto más alto era el sonido de los alimentos, menos comían los
participantes", le contó Mohr a
Según
Mohr, "escuchar el sonido de los alimentos nos
recuerda que estamos comiendo".
"Es
un indicador natural que nos recuerda que estamos participando en el proceso
alimenticio y nos ayuda a comer más conscientemente".
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Situaciones sociales
Y
sucede lo mismo a la inversa.
"Cuando
enmascaras el sonido de los alimentos, como cuando ves la televisión mientras
comes, ignoras uno de tus sentidos y eso puede hacer que comas más de lo que
comerías normalmente", dice Elder.
"Puede
que los efectos no parezcan muy grandes (los voluntarios comían un pretzel menos de media) pero en el curso de una semana, un
mes o un año, pueden aumentar considerablemente".
Por
su parte, Mohr señala que "cualquier sonido del
entorno que pueda enmascarar el de tu comida podría producir los mismos
efectos".
Según
la especialista, es aconsejable reducir los ruidos de nuestro alrededor
mientras comemos en la medida de lo posible.
En
cuanto a los sonidos de las conversaciones esa es, de acuerdo con Morh, "otra área de investigación".
"Hay
situaciones sociales que nos hacen modelar el volumen de nuestra masticación y
ser más cuidadosos con el ruido que hacemos al comer".
Aún
así, según Mohr, lo importante es "prestar
atención a ese ruido, ya sea más o menos alto".
Aunque
si lo que quieres es masticar a todo volumen para hacer la prueba, quizás lo
más aconsejable es que no lo hagas delante de tus amigos o tus compañeros de
trabajo.